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Durante muchas noches de insomnio me he estado preguntando si, realmente, ella no tendría gran parte de razón. Y si todo lo que me ha estado ocurriendo ha sido fruto de una imaginación que, conectada con la mía, se estuviera divirtiendo o hiciera sus experimentos. No acierto a comprender por qué la lógica de los hombres es a veces tan contradictoria y excluyente. Como hijo que soy de la Tierra, me resisto a creer todo lo que se me dice al oído o se me presenta a la vista sin argumentos ni pruebas convincentes, en desacuerdo con esa evidencia que se impone y es aceptada como fundamental. Pero hay momentos en los que los argumentos y las pruebas no tienen el mínimo valor, y otros en los que los hechos sucedidos tienen, sin razonamientos ni juicios previos, evidencias indiscutibles, al menos para mí.
(Próximamente: Preguntas sin respuesta).
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