jueves, 6 de mayo de 2010

La llegada de extranjeros.


Con el tiempo, y tal como lo había profetizado aquel anciano de barbas floridas, los hijos de este mundo provenientes de lejanas tierras, que añoraban y envidiaban el crecimiento y desarrollo de los hijos de Abraham, se filtraron en la isla. Se presentaron como conversos, pero llegaron con las faltriqueras repletas de oro macizo, con la lengua humedecida de vocablos extranjeros y con los ojos brillantes de lujuria. Durante el verano, se arrimaron a los recaudadores públicos, y, en el invierno, a las hijas de Yahvé, hembras de corazón caliente.

De esta manera, en los últimos años, aumentó la prostitución, el despotismo más feroz, el concubinato, el fariseísmo y la fornicación, y disminuyó considerablemente la justicia, el trabajo y el temor a Yahvé y a su santo nombre.

(Mañana: 7 de mayo: La profecía)

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